Artículos y Trabajos de Investigación

lunes, 27 de noviembre de 2017

El infarto es la “nueva” mayor causa de muerte en mujeres.

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El infarto es la “nueva” mayor causa de muerte en mujeres.

Dra María Alejandra Padilla
(Psicologo UCV / PHD Berkeley)

 


Mi médico general un día me dijo: “A los hombres nos maltratan las mujeres, porque siempre quieren más de lo que les damos, pero ya la vida se está encargando de equilibrar las cosas, porque desde que la mujer asumió el rol de pagar cuentas, comenzaron sus infartos. Ahora están entendiéndonos.” Nos reímos pero el comentario es una patética realidad. Producir el dinero trae mucho stress y más cuando la inflación ataca sin misericordia, pero hay otro atacante contra nuestra paz: presumir lo que no se tiene o  lo que no se es.

Este comentario de mi médico se quedó en mi mente pensando en mis pacientes y parejas que pasaron por mi consulta hablando de las diferencias matrimoniales. Es obvio que el dinero tiene un papel dentro de nuestras vidas, ya que es el que permite la existencia material. Lo vital no es el dinero, sino el tipo de vida que quieres que te pague el dinero. En definir el tipo de vida que quieres vas a tener paz o te vas a amargar hasta enfermarte. Vivir para presumir puede ser letal para ti o para quien “pague” lo que presumes y no tienes o no eres. La vida de apariencias es una sentencia de fracasos que te crearán adicciones por lo falso y efímero. Quien no se esfuerza, no valora. Quien no valora pierde al chivo, al mecate y a la salud de la vejez: ¡si llega!

El modelo tradicional de pareja obliga al hombre como proveedor y a la mujer como cuidadora. La vida actual ha transmutado estos roles, haciendo que ambos sean proveedores y cuidadores; pero como los cambios humanos no son automáticos, sino progresivos (paulatinos) tales roles no están tan compartidos como muchos quisieran para hacer equipo; sino que la mayor carga de la proveeduría sigue siendo masculina, agregándole la carga cuidadora, mientras que la mujer se descarga de su rol y exige más poder para decidir. La cultura femenina moderna mira su superación en el poder de decisión, sin otro argumento que no sea su voluntad (por no decir capricho). 
 
La mujer contemporánea ha tomado como emancipación, al abuso de ser quien tiene la última palabra y quien únicamente tiene el control; bajo una totalmente inventada superioridad que presume tener mejores argumentos que cualquiera - y no como producto de un esfuerzo, sino de su muy imperial imaginación. Esto es machismo. Aún más destructivo que el masculino porque además impone el protocolo de cortesías que siempre disfrutamos las mujeres. Con esto no hay pareja sino una dictadora sometiendo a un ganado de inferiores, que empiezan por el marido - sobre todo cuando no trae a casa suficiente dinero para todos los inventos de tu imaginación. Si el hombre ama a su familia será su esposa e hijas quienes le amarguen la vida, lo cual podría llevarle a una grave enfermedad o a abandonar el hogar. No defiendo a santos, esos no existen en este plano, sino a seres humanos que no pueden vivir bien bajo un esquema de presiones y de humillaciones cotidianas. Nadie aguanta semejante mala calidad de existencia.   

Lamentablemente, estamos viendo la nueva versión del machismo transmutado a la mujer. La mujer ha logrado ganar nuevos espacios que bien se merece como ser humano, pero está ofendiendo su género cuando el abuso por comodidad y exigencia le convierten en macho y además con dinero propio.

Una cosa es “comprar” y otra “pagar”. En mercadeo (marketing) tales roles están claramente distinguidos. Un juguete es comprado por un niño o niña, pero quien paga es un adulto. Si bien esta referencia expone un caso muy específico, el comportamiento de los roles (niño-adulto) se repite cada vez que hay alguien quien vende, otro quien compra y otro quien paga.

Bajo los viejos esquemas familiares, un padre de familia solía ser el proveedor de fondos; sin embargo la decisión de compra del automóvil pasaba por el análisis y aceptación de su esposa e hijos. Aquí el peso emocional es muy alto. En los nuevos esquemas familiares, donde la pareja es proveedora, los cónyuges son corresponsables del pago de las cuentas y así se reduce notoriamente el peso emocional de la decisión de compra.

Al infarto se le acusa de ser la gran enfermedad de la modernidad. Indicios históricos estiman que tal tipo de patología era escasa en los tiempos en que el consumismo o ansiedad por consumir (comprar) no tenía el auge que se comenzó a propagar junto con el progreso de los medios de comunicación y la publicidad.

La publicidad es tan informativa como útil; pero igual puede tener manipulaciones que inventan valores donde lo puramente material solo agrega banalidad o vanidad, sin aportes a la calidad personal. La función de la publicidad es venderle un producto o servicio, a quien lo desea comprar, considerando que se está atendiendo a alguna necesidad o deseo o ilusión. Estadísticas de la mejor organización de Estudios del Consumo, la Procter & Gamble, acusan que menos del 40% de quienes compran son quienes consigue los recursos para pagar tal consumo. Quedando un 60% de las decisiones de compras en manos de quienes no aportan los fondos. Tal argumento justifica la manipulación emocional porque este patrón es el que define tal compra. Dicho en otras palabras. Quien provee el dinero está siendo presionado por la mayoría de quienes dependen de sus fondos. Esto causa una presión emocional muy grande hasta el punto de causar desórdenes en la salud del proveedor.

Orientando su mensaje hacia el responsable de la compra, por ley, el publicista puede exagerar (un concepto no definible aún en leyes), pero nunca engañar con las facultades. Sin embargo, quien decide la compra es responsable por aceptar las exageraciones, a causa de su ignorancia y aún en desprecio de la verdadera utilidad del producto o servicio. Por ejemplo: nadie puede comprar elegancia, pero aún cuando no pueda, usa un artículo u objeto que le haga sentir elegante; por muy contrastante que la imagen de su persona lo sea.
 
 
Muchas personas compran por presumir, aún sin saber que compraron. Son personas que quieren adquirir un valor a través de algo externo y no por mérito propio. Esta es una actitud típicamente inmadura. ¿Acaso la edad cronológica impide la misma? ¡NO!

La democratización de los altos ingresos personales, ha disparado un gran mercado para objetos y servicios de lujo en el mundo. Hablamos de un mundo donde mucha gente ha podido superar orígenes muy humildes y a través de títulos académicos ha podido ser contratada en empresas que pagan altos sueldos a sus ejecutivos graduados. Así; países como China, los petroleros, paraísos fiscales y los países aptos para la maquila globalizada, crean una nueva clase pudiente en recursos materiales pero muy pobre en valores personales. Esto sin descuidar a países como USA, Japón, Corea del Sur y Europa donde el mismo fenómeno ocurre entre sus naturales, toda vez que se convierten en ejecutivos de sus empresas multinacionales. Es parte del viejo dilema entre instruir y educar (o formar). Se ha instruido a personas para ser muy precisos técnicos, pero no para ser personas que vean más lejos de lo cuantificable o material. Con este sistema de avalúo, muchos objetos humanoides (o personas robotizadas) han creado un mercado muy manipulable por lo caro, ignorando lo bueno, aún cuando lo posean.

¿Qué tiene que ver esto con el infarto en mujeres y en hombres? La falta de estima o ausencia de autoestima. Es decir. Cuando no se puede reconocer el valor sino el costo. No reconocer lo que se tiene, sino el impacto de tener más y cada vez más. Por esto es que no pueden reconocer valores, porque no se pueden contar, ni tocar. Estos son los "marginales con plata" (como dice un muy valorado amigo, quien siempre me obliga a esconder su nombre).

Para el alcohólico todo vino es alcohol, para el catador, hay vinos y hay alcoholes de uva. El alcohólico con dinero, solo compra las marcas más caras del momento, así compra la imagen de sabiduría a través de lo caro. Será delatado cuando no sepa reconocer todo lo bueno que existe en vinos aún a precios muy económicos. No le va a importar porque el objetivo es fotografiarse en ambientes exclusivos para presumirle a los pobres, no a los dueños del alto status, los ricos en elegancia, sabiduría y valores – que a lo mejor tienen dinero.

Aquí es donde el mercado del lujo no solo toca a quienes tienen con que pagarlo, sino que crea una muy grande ansiedad a quienes quieren ingresar a ese exclusivo círculo de los altos ingresos - sin tenerlos. Pocos saben que ese grupo es muy despreciado por quienes son los verdaderos dueños de la élite de la elegancia, esos quienes de verdad saben lo que son y lo que tienen. ¿Una prueba? Si acaso el 30% de quienes leen este artículo saben que significa “Rolls Royce”. No hablo de conocer la marca.
 
Rolls Royce y Bentley, son las marcas de los automóviles mejor construidos en el planeta. Nadie los supera en la calidad de los materiales, ni de la tecnología de punta que se invierte en estos vehículos para que puedan durar décadas y hasta más de un siglo, con apenas desperfectos mecánicos, sin casi deterioro de sus materiales, ni de su ensamblaje. "Sin embargo" (además) como un muy valioso complemento, son los vehículos más lujosos con comodidades muy exquisitas. Siempre ha existido una mínima élite que puede comprar un muy costoso “Rolls Royce”. El 50% de quienes compran el vehículo lo hacen por su muy alto precio sin saber que significa, ignorando que tiene detalles de altísima calidad (léase esfuerzo cualitativo humano); 30% de sus clientes supone que hay un valor especial (sin saber cual es) y solo el 20% lo reconoce plenamente.

Presumir es una de las malsanas desviaciones que impone la necesidad del reconocimiento. Con este tipo de conductas infantiles pero con mucho dinero, es como el mercado de “Rolls Royce” usados se ha incrementado notablemente desde los años 90 en adelante; haciendo que el precio de sus autos de segunda mano, decaiga a niveles que insultan a sus propios costos.
 
Mucho más que la elegante tradición de tener un “Rolls” bien mantenido en años, la moda de los marginales con plata es solo tener el del “último año”, porque se acostumbraron a ser "importantes" cuando tenían al Ford o Chevrolet del año vigente. Un hecho agridulce para la empresa Rolls Royce que ve crecer sus ganancias anuales, pero con un severo desgaste contra la tradicional imagen de duración por la más alta calidad, tan exclusiva que siempre sostuvo a la marca como LA MEJOR DEL MUNDO.

La verdadera causa de las ansiedades que conllevan a un stress provocador de infartos, no está en el modernismo, ni en la publicidad, sino en la inmadurez. En no saber elegir el estilo de vida que mejor se ajuste a su presente, sin dejar de procurar mejores beneficios durables para el futuro.
 
Un gravísimo ejemplo de vanidad femenina es arruinar el futuro económico de su hogar con una inversión multimillonaria en la fiesta de la boda. Buscando presumir de una fortuna que no se tiene e hipotecando hasta viviendas para quemar una fortuna en una noche, que muy bien pudiera haber ayudado a tener una futura vivienda propia. Lucir ropa de lujo, aún sofocando el bolsillo del esposo, por parecerse a las modelos publicitarias o a las figuras de la Revista "Hola", solamente crean un inmenso stress que termina enfermando a quien paga las cuentas. Si no eres millonaria, no te afanes pareciendo lo que no eres. Si no tienes millones, no te enfermes gastando como si los tuvieras.  
 
Confundir “tener” con “ser” o “no tener” con “no ser”. Esto es lo que agobia a muchas personas sin contenido espiritual, ni cultural, que terminan sofocándose por alcanzar metas materiales en una vida de breves alegrías y permanentes ansiedades. Son quienes –como niños malcriados- se hacen adictos a los impactos hormonales, para que en breve tiempo, surja otra ansiedad por tener otro objeto que se “necesita” comprar. Son seres sin autoestima y muy probablemente justificada, porque nunca pasaron de ser niños, sin una capacidad propia para ser útiles.
 
¿Quiere evitarte un infarto? Define tu calidad de vida más abajo de tus capacidades económicas. La vida elegante es mucho menos costosa que la marginal, porque la elegancia es del alma por eso nunca ostenta. Un caballero es una persona elegante que siempre tiene muchos valores que nunca ostenta. Pero para conseguir un caballero, tu debes ser una dama o mujer con muchos valores que nunca ostenta. Como ves la ostentación es signo de inferioridad.
 
Un consejo para la mujer soltera/divorciada que quiere conseguir a un caballero. Sean elegantes antes de ser sexy. Eso es mucho más barato y atrae a caballeros, no a machos que solo vienen por el polvo que ofreces y se van después del mismo. Así es el orgasmo, esporádico e infiel. Cuiden los gastos como si fueran amas de casa, porque eso es señal de respeto por el esfuerzo de quien provee el dinero - incluyéndote. Si tienes dinero (algo) aporta o invita que igual es un acto de respeto y solidaridad. Sean respetuosas con todos su familiares y amistades, especialmente con su pareja y en el futuro con sus hijos (sino es que ya los tienes). Respetar es una actitud, que da buen trato, sin insultos frecuentes y mucho menos humillando con descalificaciones a quienes te rodean. Reconoce el esfuerzo y no retes a quien hace más que tú, porque ese es tu aval cuando está contigo. Antes de culpar a otro, revisa que pudiste haber hecho mal y de no saberlo, pregunta "¿que hice mal?".

Bueno amigas, estoy de acuerdo con mi médico. Seamos más maduras para comprender que significa ganar dinero y así vamos a respetar a quien lo produce; porque si acaso ese hombre prefiere gastar su dinero para divertirse con otra mujer será porque en tu hogar no le das alegrías, sino stress y amarguras. ¡Ubícate! No pidas lo que no puedes producir y darás menos amarguras e infartos  quienes producen el dinero de tu hogar - estoy incluyéndote, si acaso eres quien pone al menos la mitad de lo que allí se gasta.